Daniel Torres M.

Con odio, San Pedro.

Denme la cabeza
del maldito pecador
que sin sutileza
manchó el comedor.

Por treinta ilusiones,
todas ellas de plata
en situaciones infernales
mi mundo se aparta.

El cielo esta abierto
el verdadero se ha ido
y la verdad ha muerto.

Me sumes en aflicción,
el de abajo es tu castigo,
pues, para ti no hay perdón.