Crecemos en una burbuja,
soñando la llegada del príncipe azul,
te miraba y eras tú, imperfecto,
desistí porque no cumplías la norma.
No permití que entres a mi vida como querías,
dulcemente llegaste a donde nadie llegó,
besaste mi alma y puedo decir sin temor a equivocarme,
que nadie hasta hoy te tocó el alma como yo.
No fue necesario un beso, ni rozarte el cuerpo,
fue crear una conexión que hasta hoy la vivimos,
que la podemos sentir en nuestros corazones,
y nuestra alma lo sabe, aunque no nos hablemos.
Pasan los años, porque el tiempo no perdona,
vivimos historias separadas, la vida lo quiso así,
pero seguimos atados por este hilo,
tan sutil y tan fuerte a la vez.
Vamos pidiendo lo mejor para el otro,
pero sintiendo en el corazón el querer al otro,
ya sin anhelos de retomar la historia,
solo con el anhelo de volver acariciarnos el alma.