Armando Cano

IRIDISCENTE.

 

Un buen día me dejas de querer,
cómo si nunca, cómo si nada,
cómo si entonces.
Y todo pasó y nada,
el día voló, la lluvia calmó 
y llegó el silencio.
Tu vida con la mía
ya no tenían nada que hacer.
Tus ojos bellos, tu risa loca,
el sonido de tus pasos
y tu sombra al caminar.
Todo, todo se ha ido,
he tornado hacia el olvido
sin siquiera despertar.
Te volviste iridiscente,
murmuraste una plegaria
y tu cuerpo suspiró.
Hoy camino en la bahía
de este nuestro amado puerto,
ya mi lecho esta desierto, y,
duele más la soledad.


© Armando Cano.