Joseponce1978

Arde la amazonía

En los conatos de infierno

se oye crepitar la corteza

de la anaconda calcinada,

y una súplica aborigen

cercada por telones de humo

termina por doblar las ramas

del vergel hundido en llamas.

La inmensidad selvática

neutralizaba los gases

con vasta determinación,

y ahora sus alveolos,

cenizas sobre cenizas son.

A orillas del río flameado

se complace prometeo

por dejar en buenas manos

los cortafuegos de fogueo.

Sigue sonando el arpa

del macabro emperador

cuyo único afán consistía

en ver su hogar en combustión.