angelillo201

A los pescados les gustan los días claros.

En cierta ocasión un hombre al que le había difamado la prensa, y a través de ella buena parte de la sociedad, miraba el mar desde los acantilados de Oropesa. El mar estaba en calma absoluta, las olas llegaban suaves a las rocas y casi ni se  escuchaba el sonido del mar. El hombre asomado al acantilado llevaba un periódico con el que envuelven el pesado los pobres cuando van al mercado, entre sus páginas  parte de lo que le había acusado se reparaba.

El hombre miraba el mar, limpio, cristalino, los barcos estaban parados, sin faenar. Parecía todo ideal,  los peces surcaban la orilla tranquilos en un día claro ,y desde los barcos los patrones se lamentaban que en ese día tan ideal para navegar  no hubiera ganancias, porque un día así todo son perdidas, es a mar envuelto cuando hay ganancias de pescadores.

El hombre, que al principio se había alegrado de la noticia, tuvo de repente un escalofrío mirando a los peces que oscurecían el mar con sus cuerpos, y entonces se dijo :

-cuando quieran pescarme lo enturbiaran todo-

Angelillo de Uixó.