Julieta Iallorenzi

LA JAULA DE LOS LIBRES


El cuerpo es un

Envoltorio momentáneo

Del ánima atemporal.

Es un refugio

Cuando yace sano

Y una prisión

Cuando enferma.

Desfallece lento

Limitando el talento

Acortando la dicha.

Por eso no le temo a la muerte

Me espanta la vida ligada

A una caja que no es mía.

Esta plastilina deformada

Por ociosa mano ajena

Por espora exógena

En nada se coteja,

Con lo que las fibras guardan

Lo que el alma recuerda.

Prefiero abrir la jaula,

Solo así son libres

Las fieras.

Ellos le rehuyen

Y soy yo quien la espera,

Cuando este fuera

Aguardaré eternidades

Y sus endebles espíritus

Sentirán sus propios males.

Por eso a mis asesinos

Les deseo que conozcan

Alguna vez el amor

Solo así extrañaran

Entrañaran la carencia

El sentimiento que se apaga

Es la peor daga.

La genuina justicia

Es la que se paga

Infinitamente

Con tu esencia penitente,

Con los roles cambiados,

Siendo tu el devorado

Por la bestia que enjaulaste.

Minúsculas son mis rejas

Para tanto acerino brío,

Ya veré como te despellejas

Cuando surque

El sendero sombrío,

Reunida con el poder

Que me quitaste.

Sabrás que el

Paso terrenal

Es una corta estadía

Un ensayo

Un recreo

Y lo que viene luego,

Interminable ruego

Cuando tu plastilina

Tu víscera, sea un desastre

Como el que causaste.

Cuando tu pesadilla

Te alcance,

Cuando abran mi jaula.

Por eso quiero

Que experimentes afecto

Solo así el hondo dolor

De la perdida surgirá efecto.

Como un ciego

Recordando colores,

Como yo memoraba

Del amor los sentires

Sus perfumes y sabores.

Cuando me encarcelaste

Sin motivos, sin perdones.

Lo que encolera a los leones

Es saber que sin barrotes

De igual a igual

Los domadores serian perdedores,

Y esa misma es

La efímera calma de los torturadores.

Mas el hierro se oxida

Es inevitable la salida.

Y hediondo sera tu cielo

Como lo que hiciste en el suelo.

Ese es el consuelo

De las bestias en cautiverio.

Conciben que el velorio

Es tan solo el comienzo

Del martirio de tu lienzo.

Cuando se abran las puertas

Y de la parca nadie escapa

Estaré agazapada

Intuyendo tu llegada.

Y tendrás setas

Y sangre y tretas,

En una celda sin llave,

En la que todo

Lo que te aterra entra

Y seras tu

El que nunca sale.

Para que sepas lo que conlleva

Jugar al homicida,

Con impunes armas

Contra presas desprotegidas.

Violando la naturaleza

Inclinando la balanza.

Tendré la fuerza

La templanza y la paciencia

Cuando me saquen de la mazmorra

Y seas tu el que se retuerza.

Cuando tus delitos te atrapen

No seré la única fiera,

Incalculable es tu verdugo

Tan amplio como todo el musgo

De todas las tumbas

Que poblaste

En las que harán

Que sucumbas.

Y todo lo que evitaste

Sera tu único paisaje,

Una escena gore

Repetida hacia el infinito

Y el protagonista vulnerado

Siempre tu miserable espíritu.

Ese es el alivio de la espera

La recompensa de las fieras.

Cuando la noctambula muerte

Nos bese y libere,

Sera mejor que reces

Hacia un dios que le desinterese,

Porque nada te exonera

Y todo te condena.

Cuando finalice este impasse

Nunca tendrás paz,

Cualquier esperanza

De escapatoria

Sera una estrella fugaz

Que no brilla para una escoria.

Sin tu llave maestra

La equidad sera nuestra

Y obtendrás

Lo que al mundo regalaste

¿Cuanto demorara tu alma

Abatida por el desgaste?

Es el precio que pagaste

Por rolear de femicida.

Y rematar a quien

Ya estaba vencida.

Por eso tu esencia

Para siempre abusada y corrompida

En una gayola como la mía.

Pero te faltara mi potencia

Para observar

Como todo lo bello se derrumba

Por una persona inmunda

Y jamas extraviar la entereza.

Cuando el calabozo se parta

Saldré victoriosa,

Y no habrá daño que no te punce

Ni injusticia

Que no se te cobre

El doble, el triple

Sobre el fango de tu nombre.

Crujen los portones

Y renacen las libertades

De los seres con brillante lumbre,

Mártires que alcanzaron

De su plenitud la cumbre,

Aunque fuésemos vejados

Con tu mancha insalubre

Que perpetuamente te cubre.

Sea maldita

La ponzoña de tu rastro,

Y todos los astros te esquiven

Y todos los males te asfixien

Y tu cripta te castre

Y tu grito sea;

El cántico preferido

De todos los ángeles

De todas las fieras.

Que nunca se acabe

Tu insufrible tormento,

Lo que me hiciste

Te sera devuelto

Y multiplicado el escarmiento.




JULIETA IALLORENZI 

PATENTADO EN SADAIC Y DNDA 

DERECHOS DE AUTOR RESERVADOS