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SOPA INSTANTÁNEA.

 

Por aquel entonces

estallaba su mirada

entre mis versos,

grandes ojos, ojos de ternura,

sonreía usted a las magnolias,

al bosque amanecido,

a las sombras clandestinas

del deseo.  

 

Era entonces cuando reverberaba

su luna en el rocío

y  las estrellas colgaban

en el cielo como latentes racimos

de uvas trasparentes.

 

Por entonces mis mañanas

eran inquietos relojes

sin sonido,

ensordecedoras calandrias

recorriendo pasillos,

veredas, ochavas,

tangos

con su nombre.

 

Y unas ganas enormes

de besarla.

 

Pero usted sabe como el tiempo pasa

y  tengo, hoy en día, más arrugas que ayer

sobre mi visión cansada

y un gris de niebla

que tapan las cortinas

(y al que mucho le temo

por parecerse tanto

a la tristeza).

 

No se preocupe usted,

si me disculpa,

ya me retiro:

Debo llenar mi corazón

de una sonrisa

en blanco y negro

y, además,

tengo una sopa instantánea

que se enfría. 

 

Derechos reservados por Ruben Maldonado.

 

(Publicado el 4 de marzo de 2016)