Ben-.

No está para canciones-.

No está hecho el mundo

para canciones. Tampoco

para loas incuestionables.

Pero uno, espera algo,

casi invisible. Poco a poco,

ese algo, se transforma

en ruindad, en secretismo,

en humillación; quizás

en estupro, en latrocinio.

Y no es que venzan las ansias

de aquel que soñó por momentos,

cuyos párpados permanecen

abiertos y anhelantes, no.

Se trata más bien, de algo

que se resquebraja, que

palidece, como la piedra

brillante que en la mano

cerrada, oscurece.

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