EL QUETZAL EN VUELO

AVE LIBRE Y PEREGRINA

Llegaste a la puerta de mi casa, como un viento sin dueño,

Como  tormenta sin rumbo, como una luna sin noche, como flecha de cupido perdida.

 

No sé cómo sabias que guardaba una silla, un vaso de vino y un poema para lavar tus penas; llegaste, te instalaste, viviste esa noche como invierno ruso y yo lo disfrute.

 

Me gustaba tu risa sonora y la soledad oscura de tu mirada,

Cure en muchas noches tus heridas, bebí tu llanto y te hable de un mañana, luminosa; con alas al viento…volando libre.

 

 Tú seguías anclada en el pasado, lamias tus heridas y escarbabas en tu dolor. Buscaba siempre en la noche las luces, como dagas, para hundirlas en tus sombras.

 

Te arrope con mis alas, te enseñe a volar, le di fuerza a tu presente y derrote tu pasado. Poco a poco fuiste llenando de luces tu oscura vida pasada… reías diferente,

 

Tu caminar altanero por los sueños empezó a ser luminoso,

Tu mirada, eran como dos luceros, tus alas estaban listas para el vuelo y tu corazón recién organizado para amar de nuevo.

 

Fuiste tan previsible como un día nublado, tan efímera como una nube gris; siempre supe que un día tenías que irte. Volar, quien sabe por qué poemas caminarías  en medio de sus letras.

 

Nunca quise darte por alcoba una jaula, ni un papel pautado para tu canto, me gustabas libre, traviesa, sonriente; desbordante de juventud y sueños… inspirando a la noche.

 

Nunca disfrute tu cuerpo, tus besos y caricias tan deseadas;

¿Pero qué tal la dulzura de tu corazón?, aquellas entregadas

En cada quejido de tu añejo dolor.

 

Las primeras noches fueron de gran desvelo, inconsistencias y de mucho amor, Cuidaba tus sueños y alumbraba tus pesadillas y seque  siempre tus lágrimas, hasta que tu llanto cesara.

 

Ahora que veo una mancha de aves regresando a sus nidos

Te pienso llegando a las primeras letras de un poema,

Llevando la felicidad que un día me trajiste a mí.

 

LENNOX

EL QUETZAL EN VUELO