jesus urquiola

¡Antes del Perjurio!

¡Desdichada, confusa e incrédula! yace el alma desnuda de la ingrata que hoy me abandona frente al mesón de aquel viejo parador, donde después del ocaso cada cual sigue con su vida. Mi Cobarde amante que renunciáis al pecado mortal de su piel sobre mis huellas aferrándose en lo prohibido. Y yo que me empezaba a enamorar de su valiente desnudes ante la inescrupulosa fragancia expulsada por su brasier barato.