Alvarofe

Sueño húmedo (cuento)

Me duele recordar aquella noche que escuché tu placer entre sueños. Eran jadeos, respiraciones agitadas y sospechosas. Yo yacía quieto a tu lado en posición fetal y miraba tú espalda entre las sábanas. Estaba desvelado pensando en las palabras que me habías dicho en nuestra última discusión, los malditos celos, otra vez, me habían robado el sueño. Repentinamente un misterioso impulso te obligó a girar, despertaste y quedaste mirándome con sospecha, culpa, vergüenza.

Puse mi mano derecha en tu seno izquierdo, con la absurda esperanza que hubiera sido yo el que te amaba en tus sueños y continuáramos la faena en la semi-vigilia de la noche… pero la retiraste con un movimiento raudo, rudo, crudo y frunciste tu ceño -tu ceñito- no dijiste nada y continuaste durmiendo, con la clara intención de encontrarlo otra vez y terminar lo que habían comenzado…

Supe entonces y para siempre, que yo podía tenerte en el mundo de átomos, materia, tiempo, vida y muerte, que podía tener ese montón de carne y huesos en mi cama… Pero tu alma y tus sueños eran, habían sido y serian siempre de otro. Recuerdo que lloré en silencio, hasta que por fin pude viajar a esa galaxia lejana y encontrarme contigo, más hermosa que todo lo terrenal en ese misterioso y fascinante mundo de los sueños...