kavanarudén

Agradecido

 

 

Sutil llegaste a mi vida. Fresca brisa de verano.

Lenta tu presencia, pero profunda y constante.

Una gota que fue haciendo una brecha en mi roca, perdón, quise escribir “mi corazón”.

Contigo prendí tantas cosas, sobre todo a amar. 

Curaste mis heridas. Esas que se veían sanas por fuera, pero enconadas estaban por dentro.

Me enseñaste a confiar más en mí mismo, en la medida que lo hacía, los muros que había construido para defenderme del mundo, se fueron resquebrajando hasta desaparecer. 

Tus manos amansaron mi ímpetu con sus caricias, serenaron mi ser, me aplacaron.

Tu cuerpo refugio seguro, sosiego de mi sed hiriente, oasis en medio del desierto.

Si decides irte, llévame en pos de ti, pues solo pensar que te irás, me causa un terrible tormento. 

Aunque parezco fuerte, soy frágil, lo digo y no miento. Poca cosa delante al sufrimiento. 

Solo agradecer quiero, al mundo, a la vida, a Dios mismo por el don de tu presencia, alma adorada, pasión, ternura, dulce presencia.