Jesus Matus

Una noche

Insipiente adulto, apenas, de las primeras andanzas
que la tierra agradece, porque sus hijos nuevos
despierten a la vida, al gozo con responsabilidad
o sin ella, donde descuella la insensatez a lo juicioso
campeones de todo, sin tener nada
y que importa nada si la vena se hincha en demasía
savia que anda por ella, como en fruta sazonando en primavera. 

Acabó la escuela, luego la algazara de una fiesta
tu mirabas inquieta, mi inexperta postura
con donaire casanova, plan colgado de tenorio, verso en lengua
caminó el tiempo y sobre él, mi gana de ti se hacía más densa
uno a uno los demás partieron fuera
y al fin solos como pareja en himeneo
tumbados en diván, quien lo dijera.

No hubo besos, mi alífera ansiedad toco primero
tu dispuesta agradeciste el gesto
en tu geografía, las crestas de tus volcanes
se erigieron imponentes al contacto de mis dedos
y al llevar mis labios hacia ellos, se abrieron en su cima
cual flor renacida, avivada, ofreciendo a mi ávida boca
la miel más, tibia y virgen, que haya catado jamás
Te abandonaste completa a la caricia.

Por un instante, mesura y sensatez sucumbieron
tus manos retenían mi faz, ahí, en tu pecho
tus dedos, entretejían mi pelo
mi embeleso consentía aquel secuestro
los ecos de tu voz se entrecortaban
hasta hoy, en ningún tiempo
he percibido melodía más hermosa
un canto más bello

Jesús Matus