Ricardo Gerarduzzi

Otoño y adiós

Solté desde un balcón un viejo cuadro,

remendé cada herida en mí corazón;

pase noches solitarias en mí cuarto

e hice de él una prisión.

Sufrí los estragos de la abstinencia,

intenté vencer mí adicción;

dejé de ser esclavo a su presencia

y extirpé de mí alma este amor.

 

Recorriendo las viejas calles

qué juntos solíamos transitar.

Una nostalgia me hace recordar

esas noches vestidas de amarillo,

por las opacas luces del lugar.

Caminábamos sobre ellas

sin si quiera, parar de platicar.

 

¿Cuántas cosas nos dijimos?

¿Cuántas esquinas nos vieron pasar,

sujetados de las manos y besandonos al caminar?

¿Cuántas veces lloramos en esas noches de dolor?,

algunas fueron lágrimas de niños 

y otras fueron con todo el corazón.

 

Es inevitable la llegada del otoño

y las hojas muertas se van con la brisa,

así como las viejas caricias

qué se desvanecen en el tiempo.

El verde se opaca en el lienzo

del viejo y tupido árbol, 

así como nuestros recuerdos

van muriendose en nuestros pasos.