Jair Sierra

Narración de un ladrón de amores (I)

 

Vago, como el beso que vacila en el aire.

Oscuro, tal cual como la noche que nos abraza.

Así mi mente espera a que se consume

lo que hoy entre nuestros labios quedó”

-Decía, aquel hambriento de amor

que con una sola mirada

logró ocultar el dolor

que su mente recordaba. -

 

“Hoy, después de un largo viaje

mi sonrisa te esperó detrás de la ventana.

Se ilusionó al ver tus labios salvajes.

Se enamoró de tus expresivos ojos.

Se quedó con el sabor de tu boca.

Es un sabor inolvidable, es tan marcado

que casi puedo saber que es.

Me gusta saber que es único.

Sabía a desaliento, soledad.

Pero, conmigo son felices tus besos.”

-Lo leí después de que un cigarrillo botó.

Si, porque los vi desde la ventana. -

 

“Mis manos tocaban tu rostro,

mi entrepierna acariciaba tu deseo,

tus besos en mi cuello, eso que yo arrostro.

No son mis ojos los del chismoseo,

son mis obedientes manos,

que en un instante tu cuerpo conoce.

No son estrías las que adornan tu cuerpo,

son canales donde viaja sangre.

Sangre que da placer.

Llevas duraznos, rayados de pasión.

Eso a mis ojos evoca,

el navegar de mi lengua

inundada de tu aroma.

Y a mis oídos, la primera canción,

que toda la noche sonó.

Horas llegando al clímax,

que mis dedos conocen

y nuestros latidos evidencian.

Hay un abrazo,

lleno de duros apretones,

mostrando solo al final

que quise más tiempo,

¡Ay! ¡Que faltó querernos más!”

- Juntos salieron para despedirse,

No se equivocaron en consumar sus líos

pero, si de camino.

Fatigado quedó, queriendo que esta noche de dos jóvenes hubiera sido más longeva.

Robé sus chats, mucho más, robé sus primeras ilusiones. –

 

“Nuestro llanto y consuelo,

fue visto por un último abrazo,

acompañado, ahora, de dura confusión.”