Alberto Escobar

Espirales

 

No paro de dar vueltas
en pos de tu centro

 

 

 

 

 

Vivir es regresar

 

 

 

 

Pasos que anillean un árbol.

Nunca pierdo de vista la cuna
que de blanca sábana enjugó
mi vagido.
Cualquiera que el lugar sea
orbita perpetuo ese sol
que tostó mis primeras luces.
Mi cuerpo de memoria salmón
remonta ríos de bravas aguas
hasta morir sin la remisión
de un instinto que me volanda
hasta el origen.
Recuerdo de imán que arrastra
mi devenir como canto de sirena.
Yo, Odiseo sin soga sobre mesana
que quiera diques al sino, que
de rebelde hibris niegue a Dios.
Esto susodicho me surgió una de las
eternas mañanas de camino a la labor,
hollando el polígono que circunscribe
la geometría de lo que se repite.
Cerca de estas inmediaciones constela
mi único lecho primigenio, no lo abandono
por mucho que el tiempo segundee.
La onda magnética la siento, nife
de un planeta que me trae invisible
hasta una cascada de melosa leche
que de útero derrama.
Raíces las mías que hallan savia
sin que vendaval alguno zarandee su arena.
Aquí sigo, pimiento de una sola tierra
que no espera trasplante.