Margarita García Alonso

Café francés

 

Cada rosa silvestre, ajena

a las flores estridentes

que venden en la botica francesa,

perfora mi lengua.

 

En un Café

apestoso a colonia,

a mi lado leen

versos insanos,

biografías de parias,

entre putas

que se han puesto falo,

drogadictos que salen

de la morfina cotidiana

y emanan una cálida luz

por el pecho

 

con ningún instrumento de limpieza

con ningún lustra candelabros

he podido apartarlos


perdonen, desquicio al hablar,

lo que me importa

posa paloma en la ventana

 

tengo algodón

en cada oreja

y me acompaña

el suave crepitar de papeles

donde garabateo

la antimolécula,

 

letras que cuento,

con facilidad

me ayuda la mano

cuento monedas

si me quejo

la yema se enreda,

cuento el exilio

y voy sin prisa,

 

mi padre ha muerto

y junto al rabino

desgarro la camisa.

 

Estoy hambrienta,

pero nada me apetece tanto

como un caramelo en su bolsillo.

 

No tuve tiempo

para explicarme al mundo,

 

mirad, se calma el mar,

se ausenta la brisa,

 

he dicho lo que he dicho

           fuera

     en otro lugar

       sin sentido.

 

No hubo regreso

y es de Hombre

la cabeza

que sale

de mi costilla.

 

del cuaderno

Zupia,  Editions Hoy no he visto el paraíso, 2016