RIMUZ

LA NIÑERA

 

Todos los días la veo llevando al muchacho en su silla de ruedas a dar un par de vueltas al parque.


Ardua labor. Les toman tres veces el tiempo de una persona normal, más no les importa, se ve disfrutan cada paso y cada pausa.


Ella, joven, hermosa le veo cantándole, contándole con gracia cada día los mismos chistes y, cada vez el chico se hecha a reír al punto de ahogarse, ella preocupada le dice: tranquilo, tranquilo Tomás. Tampoco es para tanto.


El muchacho enmudece. Calla cómo si hubiera recibido la mayor de las reprimendas, gimotea, y ahora es ella quien llorar sentada en una de las bancas del parque.


El con esfuerzo lleva la silla frente a ella, muy juntos, entrelazadas sus piernas. Se toman las manos, se miran a los ojos y el chico, en sus treinta, enamorado, estampa en sus labios un beso de amor.

 

RIMUZ – CIBORG MR