Christian Alondra

A veces, a diario...

A veces creo que no soy nada, ni nadie.
Que no soy lo suficientemente mujer, ni persona;
que me faltan partes, espacios, piezas.

 

A veces me siento sola, muy sola.
Como si estuviera medio vacía, medio rota,
medio derrumbada, medio marchita.

 

Y entonces me transformo:
en un castillo en ruinas,
en una calle con grietas y fisuras,
en un árbol seco de tronco podrido y ramas caídas.

 

A veces creo que este mundo
me duele más de lo que debería,
porque entre todo lo que es suyo y nuestro:
su brisa o las palabras,
su silencio o nuestro ruido,
su oleaje o nuestro impacto,
su luz o nuestras ansias,
su noche o nuestra pena,
su oscuridad o nuestros miedos;
yo no encuentro nada excepto huecos, soledad,
vidas que se apagan, tristezas que se callan.

 

A veces siento miedo de perder a quien me ama,
porque presiento que no olvidaré la pérdida
y no volveré a amar de vuelta.

 

A veces no quiero salir jamás de casa,
porque en ella nada me falta ni me ataca,
y puedo refugiarme en los brazos de mamá
cada vez que me siento pesada.

 

En mi casa siento que soy valiosa, indispensable, amada.
En casa, al esconderse el sol,
si las dudas me acechan o la tristeza me abate,
tan sólo me recuesto al lado de papá
que me abraza, me besa, y me susurra al oído muy tenue:
\"te amo tanto, mi niña\".