juanestrada

batalla

He ganado con creces

este pesado botín

de guerras solitarias y clandestinas,

sin embargo,

no he conquistado nada;  

ni un beso merecido,

ni un abrazo bendecido.

He rendido las armas

que nunca tuve y

merezco esta tarde

de lenta llovizna

clavada en el cielo

y en el alma.

 

Merezco el eterno infierno

del verso inútil,

de los sueños  corrompidos

por la infame realidad;

merezco el infierno

de la rosa solitaria

que se marchita

en un campo desolado,

lejos de mi fatigada mano.