alupego (Ángel L. Pérez)

CORAZONES DE BRONCE

CORAZONES DE BRONCE

Donde fueron los versos,
que acuñaron verdades.
Al albur de las notas,
asíncronas del tiempo,
errantes buscan ecos,
de perdidos amantes.

Un arpegio que vuela.
Un sentimiento nace.
Y al sonar cada cuerda,
una promesa escapa,
recorriendo la Tierra.
Un destello que habla.
Sutiles marionetas,
que entre lianas se abrazan,
como flexibles cuerdas.

La melodía se rompe,
entre el pecho y la tierra.
Y bombean las notas,
febriles en su esencia.
Un tintineo constante,
de machacona euforia.
El amor por delante,
sin vivas ni banderas.

Claro rayo de Luna,
que en cada nota tiembla.
Sobrecogiendo el aire,
que el corazón alienta.
Respiración cortante,
de la pasión que medra.
Unos ojos de música,
en la sonora guerra.

La canción se ha torcido,
sobre sus propias penas.
Una voz en el eco,
que la vida atraviesa.
En el semblante tibio,
donde el gesto es de cera,
se reafirma el destino,
que a la sazón se entrega.

Sobreviven las almas,
en melodías inquietas,
donde los versos bailan,
al son de las trompetas.
El color desvaído,
de las viejas maneras,
en perdidos recuerdos,
detrás de las trincheras.
No se vende el valor,
ni se compra la pena.

Donde fueron los versos,
que denuncian la afrenta.
Donde la voz valiente,
que traspasó fronteras.
En la noche sin Luna,
cuando grita el planeta,
se desnudan las almas,
entre la luz que queda.
Se ha quedado sin tiempo,
en una duermevela.

Corazones de bronce,
de latidos que piensan,
al mismo ritmo aman,
en una bella orquesta.
Y la voz que se queda,
se pierde entre guedejas.
Con los sueños pintados,
de colores de fiesta.
A.L.
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25/06/2019