Alberto Escobar

Una copa

 

Uvas con queso, embeleso.

 

 

 

 

 

Hay corazones que la
razón detiene.
¿A que el tuyo no?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A quien pregunte por ti
le diré que eres plata quieta.
Vagaré por las calles hasta
encontrarte, te fuiste cuando
la luna quemaba mis ayeres.
Fue solo una sonrisa, tan solo.
Me acerqué a la barra, una copa,
tú..., tú ya estabas pidiendo, tus
amigas a tu espalda, espera,
esperé mi turno, era noche,
noche temprana de una sola
luna, redonda, soleada, sin prisa
por bailar, por gozar, miraba el
danzar de tus labios, el asomar de
tus dientes, tus arruguillas de
expresión que subrayaban mi
embeleso, desfile de copas,
diversidad en licores y refrescos,
hasta agua, esperaba, sin prisa, alguna
chanza que venía a cuento para
dar aceite a las palabras, fluir,
conectar, al poco ya bailar, mirar
dentro de las pupilas, yo la tuya, tú
la mía, despedida de tanta amiga que
nos rodeaba cual nebulosa de Venus,
tu coche o el mío, el tuyo, ya vendré
por el mío si vivo a las sábanas, adulterio,
nunca me preguntó por mí, nunca se lo
dije, cuando dos sustancias reaccionan
no preguntan, hacen, deshacen, que yo
sepa el oxígeno nunca le preguntó al
hidrógeno por su pasado, ascensor, un
quinto, largo trayecto para poca paciencia,
el fuego subía desde los pies al ático, mis
pantalones, los suyos, eran el coloso en
llamas, un beso, otro, ascensor, no llegaba,
parecíamos Al Paccino y Glenn Close subiendo
a la terraza del Empire State Building
(no sé si alguna vez, en toda la historia del cine,
estos dos actores coincidieron, es que se me
vinieron a la cabeza estos dos mientras escribía
y soy de impulsos, no voy a consultar a Google
si fue así o no, no me apetece...).
El caso es que llegamos, la llave al fondo del
bolso, quinto derecha, clack, clack, doble
cierre, me agarra del culo, yo de la cintura,
corriendo al sofá más próximo, un beso, otro,
otro....(pongo cuatro puntos suspensivos porque
fueron muchos), levantarnos, desnudarnos,
cojines fuera, edredones fuera, cama de ciento
ochenta por ciento cincuenta, suficiente, más
besos, Catábasis de Jenofonte (catábasis = de
arriba a abajo), Montes Apeninos, montes de venus,
gambas al ajillo, manitas de cerdo, chorizo criollo
al vino, eructo marroquí de placer, sonada de mocos
para el alérgico que soy, vuelta de espaldas, ronquidos
varios, once de la mañana, apertura de ojos mirándonos,
sonrisa, desayuno en la cama, postre con guinda, otro
eructo de placer que deviene en grito, adiós, 
explicaciones, preguntas, niños...
Espero que el teléfono vibre, despierta del sueño,
no repeticiones, no fuera que le coja el gusto y
acabara matando a su rival, que no lo era, dicho
sea de paso.

En fin, cosas que pasan.