Andrés Romo

A mi padre

 

Remonta sueños crepitos, adustos de alegrías vanas y lejanas,

sosteniendo las capas de las tiernas etapas de su niñez,

ve las vastas escenas de los recuerdos tristes de ese su andar,

caminando a paso incierto, con heridas abiertas de par en par,

buscando en las reliquias de sus  ayeres de ensueños, su felicidad,

llorando las ternezas de su senectud, aligerando sus malestares,

perdonando a las tempestades, viejas rivales de sus soledades,

riendo va su alma, sabe que el final se acerca y también la calma,

su mirada es cansada y su decir verdad, su semblante: Luminosidad,

su amor es tan grande y tan vivaz, que parece un imberbe garzón,

entregó todo lo que él podía dar, principalmente… su gran corazón.

 

Andrés Romo