andrea barbaranelli

Recoger la mesa, antes de acostarse

No te he dejado nada

en la mesa. He barrido

todo, hasta las migas,

las mínimas migajas,

y ese poco de salsa que había quedado

pegada al plato.

No te he dejado nada. Lo he cogido todo.

Lo he consumido todo. He limpiado el plato

con un pedazo de pan. Sé

que nunca jamás volverás. Me he convencido

de que es una necedad dejar

el vaso con un dedo de vino en la mesa

para atraerte: ya no sientes ni hambre ni sed.

Son cuentos de hadas esos

que nos contamos sobre nuestros pobres muertos

que seguirían sufriendo nostalgia y añoranza.

Ningún muerto ha vuelto para recoger

una migaja de pan de la mesa o beber

una gota de vino

olvidada en el vaso.

Solo nosotros los vivos

sentimos el hambre y la sed

y la desesperación de estar vivos.