andrea barbaranelli

Conjeturas

                                                 a mi hermano

 

Pudimos morir entre las chapas

de nuestro utilitario,

quizá quemados vivos, como a menudo acontece,

antes de que los bomberos

lograran extraer nuestros cuerpos,

esa noche que regresábamos de Nápoles,

al cruce de la muerte, como lo llamó

el policía de tráfico que nos paró, pero no nos multó,

limitándose a darnos una lección de sobrevivencia,

cuando te comiste el semáforo en rojo

porque me habías relevado en la conducción

haciéndo caso omiso de la señal que anunciaba

la intersección entre la carretera nacional

y el cinturón de Roma.

Así no más. Pudimos detenernos, en ese punto

y en ese momento, para siempre,

tú con 18 yo con 21 años.

Y ahora, pensando en cómo

ocupamos la vida, tú y yo,

viviéndola,

me pregunto quién, en los años siguientes,

hubiera podido percatarse del vacío

que habríamos dejado

si nos hubiéramos detenido para siempre en ese momento

dentro de las chapas destrozadas del coche.

Si nuestras vidas se hubieran detenido

esa noche de hace cincuenta años,

el vacío dejado por nosotros

hubiera sido de inmediato colmado

como hace el agua que nivela

todo desnivel.

Esas mujeres que fueron tus mujeres habrían sido las mujeres de otros,

no habrían advertido tu ausencia,

nunca habrían conocido tu voz

ni la necesidad ni la nostalgia de tu voz,

porque solo lo que existe es necesario,

se vuelve una piedra angular en la construcción del mundo

y mientras exista contribuye a formar

esta estructura prodigiosa de la realidad,

este andamio levantado en el vacío.

Nadie habría notado nuestra ausencia

salvo nuestra madre y nuestro padre

en luctuosa fidelidad y soledad,

en la angustia penosa de su religión familiar

con las vieja fotos desteñidas, los desvanecidos boletines de notas escolares,

la ropa dejada en el armario

que ya no pasaría de moda.

Si en el preciso instante en que nos comimos la luz roja

hubiese llegado otro coche,

nadie en el futuro habría dicho de ti y de mí

Eres irreemplazable en mi vida,

Representas un punto firme,

Hoy no te aguanto, Tendrías que fumar menos,

los millones de frases que entretejen la existencia;

no habría habido

el trabajo que cumplimos, los amigos que nos quisieron,

las ideas que compartimos, las discusiones que tuvimos,

los libros que leímos, las ciudades que conocimos, los océanos que cruzamos,

las nubes que vimos desde arriba

de la ventanilla de un avión,

esta gasolinera donde me he parado

en el centro de la pampa argentina

en la autopista La conquista del desierto

y donde estoy bebiendo un vaso de agua.