David Robles

LA ROCA

 

He ahí la roca fija, he ahí la roca muerta;

y a pesar que siempre inmóvil,

el musgo crece en ella y la acaricia,

como si estuviera viva; como si estuviera alerta.

 

¿Será esa roca un ser viviente?

pues adorna su figura diferente

a muchas otras rocas adyacentes;

y sus cristales brillan con el sol renaciente.

 

Porque hay seres vivos que parecen muertos,

que solo el cuerpo sin el alma sienten;

y si la roca la erosiona el viento,

al ser humano lo erosiona el tiempo.

 

Y al final de nuestra vidas,

como roca ahí yacemos...

Sin el alma y sin aliento,

a la tierra regresamos y

llegamos a ser parte de

esa roca tan inerte.