Ofelio

MENOS TÚ

Se va la vida lenta y sombría
como un día de luto.
Ante la desdicha
la tarde se muestra
frágil y sumisa; el crepúsculo oscuro
y sin fuerza,
pálido, adormecido, errante,
sinsabor. 
El día es triste; la nube negra
cubre el cielo;
cubre, también, toda mi alma
que se pierde cual el globo
que se fue de las manos de un niño
y sube hasta deshacerse
para retornar en pedazos
al suelo desierto.
Hoy quiero decir muchas cosas
ante el ocaso.
Pero no hallo las palabras.
Sólo hallo tu ausencia,
sólo encuentro los recuerdos
que me persiguen
como la ley a un criminal.
Huyo de la memoria.
¡Quiero olvidarte!
Puedo pensarte.
Querer no es poder, ¡vaya mentira!
¡Vaya!
Vaya hacia a ti mi voz
que hoy grita y musita:
«Te amo»,
y no quiero, sólo lo hago y ya.
Ya no tengo fuerzas. Estoy como Sansón
sin su cabellera. 
Estoy quebrado. Se rompió el cristal
de la ventana de mi alma.
Mi alma que vaga en vida.
Vida ya sin tus ojos.
Ojos de miel y hermosos
como los días en que te tuve
y me diste tus besos de vino.
Vino tu adiós tan de repente
como una visita inoportuna.
Inoportuna es la palabra
cuando me preguntan por ti;
duele, quema
como vinagre sobre la herida fresca.
Fresca era tu risa, tu boca,
tu fragancia; fresca eres tú,
tan fresca
como la mañana en el campo
cubierta de rocío.
Rocío de frío sereno,
crio, desvarío, hastío... todo me abraza,
menos tú.