RIMUZ

Miguel de Unamuno. Vida y Cristo

De los sueños de ayeres fue Unamuno
él en toda España luz – faro - fuerza
Salamanca a su hacer maestro – tersa
por un tiempo griego y rector - él - uno.

 

A Cristo Rey por instantes llamaba
en otros clama en voz del buen ateo
de su ir y venir en búsqueda reo
a España y Euskadi bien las amaba.

 

Pero se desterró en la memoria
quiso vivir aislado en todo sueño
la vida desde la muerte le llama.

 

Con Teresa musa amada en la gloria
quiso ser de la muerte único dueño
pero no se olvida lo que a bien se ama.

 


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Tú como creador fuiste a Velásquez
buscando en su Cristo de eterna noche
noche que en bastedad bien te conmueve
el resplandor de Cristo en blanca aurora
aquel que en su morir venció a la muerte
de brazos abiertos calando al mundo
do su negro cabello luce mustio
corona en espinas al sol opaca
más tu sigues en duda cavilando
entre la negra noche y la esperanza

 

Al alba un terceto le dedicaste
cuando el redentor yacía en su tumba
bajan de su cuerpo aguas puras – claras
al fondo de cavernas soterradas
luna es su cuerpo - beso - alborada
sangre de Dios al hombre eterno albor.

 

Tu oración final como clara súplica
a un Cristo en silencio mas escuchando
vino – agua - sangre- luz - todo pides
hostia santa – columna- pan eterno
rosa – ánfora – lumbre inagotable
tú todo quieres - clamas en espera
menesteroso paso en dura prueba
entre la multitud de igual semblanza
de pie pides a Dios su luz eterna
tu en error a bien querer igualarte
terminas en orgullo alejándote
de aquel Cristo vivo visto en Velásquez
a quien le clamaba tu último verso
“Mi mirada anegada en Ti, Señor”
se que Él ya te escucho radiante bardo.

 

 

 

CIBORG MR.