EDUARDO FAUCHEUX

YA LLEGAN LOS ZOMBIES

YA LLEGAN LOS ZOMBIES

 

El Comandante encendió los controles

y, frente al tablero, calentó los motores.

Acomodó algo su asiento; luego desconectó

su natural estado viviente y a todos comunicó:

***

-Aquí, ya preparado, en mi puesto de combate,

pronto y ya muerto, ¿listos para iniciar el ataque?

Al otro lado, los soldados, sus presencias confirmaron,

ya que, todos congregados, en ese momento enfermaron

muriendo de sus naturales vidas, para luchar virtualmente

un combate ya perdido, al no poder vivir saludablemente.

***

Todos de acuerdo en esos ejércitos y en ambos bandos,

todos muertos en vida, pero vivos en sus comandos,

eligen armas y monstruos y se atacan con crueldad,

sin códigos, ni respetos, con traiciones y sin piedad.

***

Disparan rayos mortales, mueren y, de nuevo, resucitan

sin lógica, sus corazones se detienen ¡y de nuevo palpitan!

Sin ideales, sin convicciones, los Zombies solo combaten

luchas eternas, dejando que a sus vidas se las arrebaten.

Luchan y mil veces mueren tan solo por un tonto puntaje

perdiendo tiempos valiosos, pero alardeando sus corajes.

***

Mientras, afuera del campo de combate, el tiempo se pasa;

los momentos de vivir se escapan, la trascendencia fracasa,

el \"estar vivo\" pierde sentido, bajo la anestesia del mortal juego

que envuelve a los combates entre Zombies, que no vivirán de nuevo.

***

En sus planteos de elegir entre hadas, monstruos prehistóricos horrorosos,

armas sofisticadas, duendes y gnomos, monjes siniestros o acertijos misteriosos,

tendiendo emboscadas en escondites secretos, dando saltos a precipicios abismales,

huyendo por ríos de lava incandescente o intentando esquivar bolas de fuego mortales,

los Zombies, que mueren una y mil veces -ya muertos- sin poder resucitar a la vida real,

escapan o atacan en naves intergalácticas o en túneles del Tiempo -lo que les dé igual-,

sin tomar conciencia del aire fresco, del viento en las montañas, ni de la arena del mar,

encerrados en sus cuarteles, sin mirar la lluvia y, quizás, perdiendo su ocasión de amar,

inoculándose venenosas vacunas, intoxicando sus organismos, malgastando sus locas vidas

luchando sus guerras virtuales, sin patrias ni banderas, ni defendiendo causas conocidas.

***

En tanto, quienes logran vivir, escapando de los tontos Zombies y de esa trampa mortal,

siguen sus caminos, disfrutando el paisaje, conviviendo con una realidad natural,

viviendo sus vidas, aprendiendo, viajando o, simplemente, ganando experiencias

y tomando distancias al saber qué se espera de ellos o del fruto de sus ciencias,

aunque lamentando las tristes pérdidas de tantos soldados muertos en vida

 desperdiciadas en cruentas batallas que hace tiempo ¡ya han sido perdidas!

***

 

Eduardo Faucheux

29-05-2019