Julio César Santana

Sánchez

Lo vi de lejos, lo sentí

Lo sostuve, lo solté

El caos de la melancolía

El reluctante cajón acústico

que acompañaban tus palabras

El rústico espíritu

que acompañan tus decisiones

O tus indecisiones

O tus decisiones indecisas

Ya no se sabe qué son.

 

Fui tras de ti

Me encontré con otra.

 

Eras, eres, serás

La extraña conocida

La conocida, tan extraña

La musa a pulso

Esa…

Esa…

que escribo y recito

cuando el tiempo me maldice

La sonrisa fabricada

El galopar de la herida

La voz extraviada

El cuento que no se cuenta

La caracola virgen,

sin esperanza alguna

La armonía del desequilibrio

A veces…

A veces…

Pavorosamente perfecta.

 

Las vibras eran y serán

las cidras que nunca bebimos

y no sabemos a qué saben

No te sabré

No sabré a qué sabes

No abrazaré nunca tus secretos

No besaré nunca lo que hay

más allá de tus labios

Pero…

Pero…

Me da que tú eres yo

pero más trágicamente sentimental

Me da que yo soy tú

pero más horrorosamente equilibrado

Me da que no hay un “nosotros”

ni jamás existirá tal sacrilegio universal

Me da a que somos uno

pero costará admitir tan siquiera la idea

Me da a que yo dejo de ser yo

cuando vislumbro tu honestidad

Me da a que tú no eres tú

cuando recurres a mi calurosa sonrisa

Me da a que si algún día cantamos juntos

la canción sólo la entenderá el infierno

y nosotros…

recurriendo a mi estilizada y fatal contradicción.

 

Fui tras la otra

Me encontré contigo.