El colibrí rojizo
Me contaron por ahí, no muy lejos de aquí que vivía un Colibrí, mediano y rojizo, de andar torpe pasaba en el piso. Sus compañeros se reían de él, pues a pesar de su edad era lento al volar, mas sí le encantaba soñar.
Su vida era triste y prefería imaginar que sabía volar, en los atardeceres miraba el sol y su mente recreaba cuadros donde ya no era más un peón ¡sino un campeón!
Al darse el estrellón con su realidad, el dolor era agudo... -Ahí va el ¡llorón! le decían sus pares al verlo sollozar, al verlos se preguntaba si mejor hubiese nacido un sorzal.
Les solía observar, cuando reían y vestían elegantes, con guantes de colores, escuchaba sus conversaciones, tenían otros olores, olían a normalidad, ¿qué se sentirá?
Aunque se esforzaba con ser un Colibrí a la par, algo en él quizá salió mal, no era muy normal y aunque podía ser formal y sabía comportarse, siempre habían sombras que le hacían espantarse.
De tanto golpe y estrellón, aprendió a ser guerrero, peleaba hasta con sombrero, ha guerrear a muchos enseñó y un gran ejercitó comandó.
Al final de sus días comprendió el por qué sólo él lloraba, mientras otros disfrutaban, peleaba un batalla que no era evidente, mas todo eso le sirvió. Fue el más valiente y resistente.