andrea barbaranelli

Miedo

Nos quedamos aniquilados frente

al juego de colores:

rojo y añil y negro;

nos paralizaron los ojos

avizores del cobra:

un intercambio

de miradas oblicuas

malignas

entre él y nuestro espanto.

Restalló luego el chorro

de venenosa saliva,

de golpe.

Nos quedamos inmóviles

jugando

con el rojo y el negro y el añil

componiendo

un paisaje de diurna tiniebla,

de oscuridad con reflejos,

de sol en eclipse,

hasta desencovar

el cobra agazapado

el cobra

inmóvil

fósil

en relieve

en la roca.