Santiago Miranda

Tremendamente insostenible

 

 

A duras penas contra el tiempo, en él
Tiempo que sucede sin victimizarse
Afortunadamente sin comprender
El horror de sí, descontrol perpetuo

He aprendido a resguardarme;
Despertar o caer en otro ensueño
De esta música sagrada que soporta
El sopor de los milenios que descansan
En el ahora postergable : el dolor

Y la cura de la ausencia que no se satisface
En la voluntad del deseo, que no responde sino a
Lo insuficiente como general y necesario

Me supongo individualmente indispensable
Tal como todos, un salto de fe al más allá
De la razón al delirio, concuerdo con otro: contigo

Hijo contextual, huérfano cósmico del punto seguro
Prójimo del próximo, sobreviviente de la historia
Que acabará en la muerte de uno, tal vez hoy
O mañana, mejor decirse buenos días vitales; mortales noches