Julio Noel

Una ardorosa tarde de verano

Una ardorosa tarde de verano

me hallé solo a la orilla del río,

bajo la fresca sombra de los álamos

se edulcoraba el rigor del estío.

Los áureos rayos de polvoriento oro

bañaban los remansos cristalinos

que semejaban espejos de paz

rebosantes de dorados sigilos.

El agua fluía llena de añoranzas

y recuerdos que yo había vivido

en algún lejano lugar del tiempo

y ahora ya eran parte del olvido.

La tarde se alejaba perezosa

con el caminar pausado y sumiso,

entretanto mi alma se adormecía

en un silencio áureo y cristalino.