Sus ojos tan serenos, poseen luz radiante,
hermosos y tan dulces, parecen regios soles,
con verde y gran destello de fúlgido diamante,
mi gran pasión desbocan, y pierdo mis controles.
Tropeles de centauros sentí por la llanura,
el día que me dijo, con un sensual candor:
¡Seras por siempre dueño de toda mi ternura,
llenando tus momentos con infinito amor!
Sus muslos bien pulidos, de helénicos marfiles,
me brindan los momentos mas regios de mi vida,
con porte soberano, sus ansias tan febriles,
despiertan del letargo pasión tan encendida.
Con manos de amapola me ofrece sensaciones,
haciendo que mis venas, palpiten agitadas,
caricias que esclavizan y llenan de ilusiones,
el alma van quemando con grandes llamaradas.
Con ella me imagino vivir un sacro cielo,
bañado por el rayo de cálida sonrisa,
y siento que sus besos, terminan con mi duelo,
bebiendo de sus labios, el fuego de Artemisa.
Autor: Aníbal Rodríguez.