RICARDO ALVAREZ

TOCO SUS SUEÑOS

 

 

 

Oclusión refleja de pestañas

inserta la luna tras los parpados,

amanecen cantares de gallos

en la luz horizontal del oriente

cuando hebras crepusculares asomaban.

 

Y fue la gota del rocío mojadura

del pétalo casto, el jardín era un vestido

de lentejuelas alumbrado con pabilos.

En un redoble de tambores vibraron los ejes de la casa

pero suave dormía la bella transparencia en su envoltura.

 

Derrochaba encantos bruñidos en las sabanas

desprendiendo virtuosas fragancias jazmíneas

cual si toda la majestuosidad de la flora planetaria

labrara sus aromas en el pórtico del hálito

y el reducto de su boca exhalaba viñas maduras.

 

Un suspiro de ventiscas agitó la féminas rosas de su fragancia

cientos de hojas cimbraron en el ramaje del asombro,

danzaban antiguos recuerdos de caminatas en frescas alamedas.

Purpura vigilia eran sus manos nocturnas

repuntando lumen en la oscuridad como diamantes pulidos.

 

Mis manos abrieron las cortinas de su desnudez

y rosáceos velos murmuraban ceremonias

en una ciudad marina que mi amor asedia.

Muralla abierta en dos fracciones carnales, rosal topacio de sales,

gemas que ningún hombre ha tocado.

Sus parpados eran contemplación ambarina.

 

Trinó el mirlo en el majestuoso amanecer trasnochado

ebrio de húmedos parrales y bajo las leyes absortas del día

el astro rebasó nubes nacaradas sobre las colinas.

Reverencié los esplendorosos cerros anclados en mi amada

más que al fuego que se derrumba en cenizas.

Ella es una dona revestida, color piel silueta de mis deseos.

Inmóvil como agua de lago, rozo su vientre y toco sus sueños.

 

 

De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS-  A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU