Esas personas divulgando pseudoiconografías de sus andanzas, aparentando ser felices, buscando aceptación o reconocimiento. Esas personas son las más desorientadas en la compleja representación geométrica del universo, ni bajo los efectos cálidos de un diabólico ron, al son del arrabal, se darían cuenta que su vida se escurre en un trance de muerte. En sus imágenes manifiestan una existencia concurrida, tan multitudinaria de repente. Y en el fragmentario silencio de su cuarto… Persisten los recuerdos como voces lejanas, cual fiera incendiaria con el enojo de un demonio iluminado, como voces lejanas, padeciendo la razón y su único domador; la lógica. Anhelando besos eternos en un par de segundos, prometiéndose amor, como si supieran lo que es, prometiendo su vida, como si entendieran lo que la vida significa.