Decidí quitarme todo, todos los colores que componen este espectro de un pasado perfectamente dulcificado
y rápidamente salí, abrí las puertas y me bañe, de calles, de caras largas, de angustias, de babas, de abrazos sudorosos, de sonrisas…
y que sonrisas, que abrazos, que babas, que angustias, que caras, que calles y que montón de copas, no recuerdo cuantas levante por los dos, por todo lo que éramos,
¿Y que éramos los dos?
¿Una migración de mariposas? - ¿un invento? - ¿un artificio?
Su loco atardecer cayendo en mí,
Esos colores anaranjados encandilando esta oscuridad que me caracteriza,
Siempre andaba en sombras pero junto a ella parecía un desierto florido, como el que decía: “me pongo el sol al hombro y el mundo es amarillo” F.C.
Y en estas calles llenas de gasolina, de chicles en los andenes, de botellas vacías rebosando dolor, de botellas llenas vacías de emoción, tropecé con unas piernas inestimables, pueden ser mías para siempre, solo que una vida dura más de dos horas y solo quedan ciento veinte minutos para ella
Y nunca opina nada, no discute, siempre está de acuerdo, dice que va tejer algo para mí en el preciso instante que le sonría con el brillo con el que miro las fotos de la negra – de la negra esa.
Y no fingimos nada y sigue meneando sus largas piernas por todo el parque, por toda la habitación, por todo el camino de vuelta a casa y yo no puedo dejar de pensar en la negra esa.
Hperafan.