Julio Noel

En el dorado atardecer de un lejano otoño

En el dorado atardecer de un lejano otoño

oros y amarillos poblaban la alameda,

sus esplendentes destellos el espejo herían

antes de mirarse altivos en la imagen tersa.

Briznas de oro saltaban de las rizadas aguas

que jubilosas se llevaban las tristes penas

de unos chopos que se vistieron de vivo verde

y ahora lloran la pérdida de sus hojas muertas.

En el espejo dorado del ufano río

las desnudas ramas de los chopos se contemplan

y al aire vierten intensos y amargos suspiros

que el Aquilón se lleva entre sus manos gélidas.

Las cantarinas aguas en su constante fluir

de los álamos el amargo dolor se llevan

y en el lírico paraje de oros y amarillos

los chopos desnudos y entristecidos se quedan.