Hacia el Oeste, Céfiro, sopla sobre los lavaderos
donde nuestras jóvenes manos noche tras noche sepultan la luna.
Aquí aguardamos las naves que temen el mar de negra obsidiana,
mientras navegan junto a Euro, el funesto viento del Este.
Debemos lavar,nombres, escudos y velar las sandalias de los héroes,
libando el agua sagrada de abril en nuestras manos desiertas.
Peregrinamos recogiendo la arena de los cataclismos.
Cantamos.