alupego (Ángel L. Pérez)

LA INDIFERENCIA CONDENA

LA INDIFERENCIA CONDENA

Se conmueven las entrañas,
de la castigada Tierra.
Fiebre convulsa por dentro,
por fuera, su inmensa fuerza.
Desatando sus costuras,
para que la furia crezca.
Su grito será el estruendo,
que a la Humanidad alerta.

Mazazos en la corteza,
de su terráquea estructura.
Devora su fértil vientre,
sin piedad el ser humano.
Se regocija y se mofa,
de sus invasoras gestas.
Arrasando en su locura,
la cordura y la belleza.

La Tierra va marchitando,
como una hoja que se seca.
De verde a marrón se tornan,
las carnes que la sustentan.
Y se agota el alimento,
que la nutre y hermosea.
Aunque sus entrañas rugan,
aumentando su fiereza.

El Hombre devora todo,
así mismo se flagela.
Las pieles se van pudriendo,
con el aire que envenena.
Y se rompe el equilibrio,
de sus internas esencias.
Así marchita la flor,
y sus órganos se quiebran,
si se seca la corriente,
que la amamanta y la riega.

No se detiene la vida,
aunque desecha y maltrecha,
se revuelque en su miseria.
Con pústulas y tumores,
ajena sigue rompiendo,
el cordón que la sujeta.
Eludiendo la conciencia,
que insistentemente alerta.
Dando pasos tambaleantes,
hasta que al final la venza.

La voz de la Tierra grita,
desesperada y sin fuerzas.
De tanto gritar se agosta,
se derrumban las barreras,
que la mantienen entera.
O el Hombre cambia el sentido,
del rumbo de su ceguera,
o terminará cayendo,
al fondo de la caverna.

Algunas voces se alzan,
por fuera de la vergüenza.
Queriendo ser escuchadas,
por los que viven a ciegas.
Sencillas palabras nobles,
atrevidas y sinceras.
Increpando a los que viven,
ajenos a su condena
A.L.
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30/04/2019