DianaReydz

Catarsis 1: LA BESTIA Y ÉL.

Y he ahí entre las sombras,
en el hilo de un claro de luna
iluminando mis ojos
y entonado por Debussy,
comencé a escribir.

Sintiendo mi respiración...
adentre al inframundo
el vago suplicio
de una naciente ilusión.

Y es que, al amor...
¿Quién puede resistirse?
¿Quién puede quedar intacto a su efecto?

Casi es medianoche y yo...
sigo sin aprender a no creer
en apariencias que suelen florecer
y tan sólo parecer y no ser.

Cada letra cuenta un desencuentro.
Y entonces, llega la bestia...
me respira con su aliento.

Me aturde con sus ecos...
Esos de sueños rotos
fallidos y desfallecidos.
Haciendo hueco en el pecho
cosido y descosido
una y otra vez en varios sentidos.

Y entonces, me aborda Racmaninoff
con su Vocalise y en el interior
surje un intenso ardor...
un pensamiento
que se hace de lento a intenso.

Una nube cubre la luna...
quedando a oscuras.

Veo venir al leviatán...

lo siento entrar por la ventana,
mientras, enciendo una vela.


Me rodea...
y me mira a través del cristal.
De mi se burla...
haciendo mueca.

\"Tú no debes soñar
Las personas muertas,
las condenadas...
las que llevan sobre sí lo que tú llevas...
No tienen derecho a soñar\".
Dijo, sin emular palabra.
Fue su pensar...
que en mi fue a colisionar.

La bestia...
Ella me sabe de pies a cabeza.
Conoce mi pasado, mi debilidad.

Pero...

Soy yo.
Yo la alimenté.
La hice crecer...
y ahora, devora la mano que le dio de comer...
y el alma y el cuerpo también.

He caminado...
con ella bajo el invierno,
ahí donde sólo sobrevive
el de corazón más frío...
en el infierno,
donde se conoce
lo más podrido que lleva uno adentro.

Fueron años
de sangre y placeres.
Fue mucho el daño...
que hoy son cicatrices.
Más aún duele.

Y ruge...

y la miro
y me dice:
\"Ser feliz no ésta en tu destino\".

Una lágrima se desliza
sobre mi mejilla izquierda...
caigo de rodillas, clamo con tristeza,
mas no rendida ante la bestia...
sino ante aquel que me ama
a pesar de toda mi oscuridad.

Y despierto en un recuerdo...
ese, de nuestro reencuentro,
donde en el silencio...
me diera el perdón.

Y vuelvo... a mi habitación.


Al fondo, Beethoven y un nuevo
claro de luna... un abrazo
que hace carne el corazón
y devuelve la paz con amor.

Y de pronto...

Oigo su tibia voz:
\"No temas, yo estoy contigo\".

 

La bestia... Se ha ido.


Hacia el mar me encamino...
recorro desnuda el pasillo,
Así vine al mundo,
así he de recorrerlo...
no solo a intemperie del cuerpo,
sino de mi alma que está hecha de fuego.

\"No puedo tener miedo\"
Me digo.

Tomo un respiro...
me arrojo al mar,
me dejo llevar...
ahogando el miedo.

Y resurgiendo
de las profundidades respiro.
Sonrió...

porque para que haya brillo,
debe haber oscuridad,
porque para que haya saciedad,
debe haber vacío,
porque para que nos salve el amor,
debe haber dolor y tristeza.

Y al fin, amanezco...
la arena fue mi cama
y el cielo mi techo,
y después de todo, vuelve la calma.

 

De: Diana Janeth Reyes Diáz.
( Diana Reydz )

Publicado el 29/04/19

 

 

 

Todos los Derechos Reservados 
de Autoría Personal ©