Rafael Escobar

\"AUTUMNALES\"

 

Se disipan momentos de la vida

que llenos de pasión tan encendida

el fuego circulaba en nuestras venas;

igual que los volcanes cuya llama

su lava sobre mares la derrama

cubriendo con sus brasas las arenas.

 

Las bellas primaveras que vivimos

y muy enamorados compartimos,

se vuelven cual rosales que fenecen,

inviernos implacables los mataron

sus pétalos las nieves doblegaron

y llenos de recuerdos palidecen.

 

El sol que iluminaba los caminos,

y diera con sus rayos cristalinos

la fe que nos libraba de infortunio,

se fue difuminando cual tramonto,

perdiendo la belleza tan de pronto

llenó de soledad el plenilunio.

 

Es negro don destino tan ingrato

al darnos bella luz tan solo un rato,

nos brinda del amor fugaz ventura,

libamos de su vino consagrado

que deja el corazón apasionado,

y luego nos inunda de amargura.

 

Es fiera maldición el desengaño

que tiene por misión hacernos daño;

destruye sin piedad nuestra quimera

que se abre como fresca margarita,

convierte fantasía muy bonita

en pálida gaviota pasajera.

 

Soñamos el amor con gran empeño,

tan solo para ver morir el sueño

que flota en nuestras almas con ternura;

trayendo sus raíces las esencias

de liras celestiales, con cadencias

que suenan como dulce partitura.

 

¡Es regla general que en los amores

se pierdan del ensueño sus colores,

que lucen tan brillantes cuando se ama;

y es loco conservar las esperanzas

que brillan en perdidas lontananzas

con una mortecina y débil flama!

 

¡Jamás han de volver aquellos días

que llenos de ilusiones y alegrías

nos dimos a vivir la gran locura;

el tiempo que pasó con raudo vuelo

se pierde con las nubes por el cielo

dejando el gran recuerdo que tortura!

 

¡Las horas no regresan del pasado;

y queda para siempre sepultado

el eco del amor que se ha extinguido;

quedando nuestro idilio mustio y yerto

lo mismo que el oasis del desierto

en medio de ventiscas consumido.!

 

¡Por eso me repito tan constante

que toda gran pasión es un diamante

que deja de brillar algún momento;

y surgen navegando las congojas,

lo mismo que revuelan esas hojas

que arranca de los árboles el viento!

 

Autor: Aníbal Rodríguez.