Anngiels Simplemente Mujer

PECADO SIN ARREPENTIIENTO

¿Quién no cae

en tentación

frente a un fruto

de primavera?

 

Salimos esa noche. Cuando quiso besarme  me negué, moría por estar con él y por ese beso pero mi pudor me impedía sentirlo; una brecha de años me separaba de la pasión que había prendido en ambos.

Pensé una y mil veces vencer esa sensación que me invadía, cavilando en que era poco lógico concebir lo que sentía; además me cuestionaba, mientras lo escuchaba, el estar allí, el haber aceptado verlo.

Mientras él me tomaba de las manos queriendo convencerme de que no importaba la edad, ni el mundo, que eso de que podía ser mi hijo era anacrónico… y además no lo era.

-Simple y llanamente –dijo- soy un hombre y vos una mujer hermosamente deseable- 

De pronto idiotamente contesté:

-Sería un pecado.

Me miró a los ojos y con una sonrisa irónica preguntó:

-¿Pecaste mucho en esta vida?

Lo observé pensativa y mi existencia fue un cortometraje girando en mi cabeza llena de recuerdos

-Sí, pequé mucho, en esta y en otras vidas seguramente, quizás en unas más que en otras ¿Quién no peca, incluso por omisión?

-¿Estás arrepentida?

-¿Sirve de algo arrepentirse? Muchos pecados me hicieron feliz, no puedo arrepentirme, otros no y los tomé como castigo de Dios

-¿Volverías a pecar?

-Ya estoy pecando

-¿Ah, sí? ¿Y cómo entiendo eso? Ni un beso permitís que te dé, te negás a un momento de plenitud.

-Bueno, rechazar el edén de tu piel, el sabor de tu boca y la belleza de tu cuerpo ya es un pecado.

-O sea que ya perdiste otro km de cielo si pecas al no tenerme; poseeme y ganate el cielo todo.- dijo buceando en mi boca.

Y en el paraíso  o infierno de su  vehículo, no sé si pequé o me gané el cielo todo; lo cierto que sigo sin arrepentirme.