Luis David 911

Vida blanca o negra

Un amargo mamey, 
un gris colorado que estropeaba, 
un pincel girando entre mis manos, 
y dibujé el horizonte, mi deidad.

Sí, me dejé caer hacia el abismo
donde tiraste mis oportunidades,
mis sueños.
Allí donde caí tan profundo que ya sentía estabilidad
caí por tanto tiempo
que ya no sentía que me hundía.

Y encontré entre el polvo
todas mis ilusiones,
mis añoranzas,
y cada esfuerzo que hice por lograrte feliz,
allí donde ya no podía caer más.

Y fué en el polvo
donde encontré el incentivo suficiente
para seguir,
junto a un verde esperanzado,
un blanco que asombraba el cielo, 
un rosa que coqueteaba mis mejillas, 
un azul de cielo y mar, 
y un amarillo picante, extrovertido.

Fué cuando dibujé mis ríos,
mis praderas, 
le puse color a mis esperanzas,
y puse color a mis sueños
y entonces volé y te busqué,
pero te busqué en los cielos donde mora la felicidad
y allí, no te encontré.

Te busqué sobre los mares,
en cada nube que mostraba elegancia,
en la copa del mejor vino,
entre las musas inmortalizadas,
en las rocas y no te encontré.

Descendí hasta lo más profundo de la tristeza
y fué allí donde te ví,
sin un mamey amargo,
sin un gris colorado,
sin un pincel,
solo tú y la oscuridad,
tú y la tristeza,
tú y solo tú.

Lloré una lágrima que jamás tocó fondo
porque al verme te desvaneciste
junto con las sombras,
junto a las tristezas.

Desde entonces entendí que de acuerdo a como subes, con esa intensidad puedes caer.

La vida es una poesía.