Alberto Escobar

Llora llorando

 

El labio se levanta
sobre la página desnuda.

 

 

 

 

 

 

 


La lágrima baja del cielo
más próximo.
Es abril, las nubes mil piden 
la vez, precipitan sus pesares.
El cielo plomizo soporta estoico
el sermón, un trueno detiene
la conversación.
Es que no puedo con mi mar de
lágrimas, con tanto frío polar
que congela mis entrañas.
Es que quiero precipitarme al
vacío de la desgana.
El Sol sale de su escondrijo, erige
su labio por sobre el acero de un visillo.
Las nubes dejan la cola para huir
despavoridas, se deslíen al soplo
de los vientos, el polo se derrite.
El exagerado rocío que yace abajo
ha inventado yacijas de barro, que
se han secado a la sonrisa del iris.
Los pájaros abandonan nidos y cantos,
pronuncian sus alas a un cielo aún
llorado, beben de los árboles que de
savia se están secando.
Es que el nazareno con su capirote
pincha la nube, por eso llueve el
Jueves Santo.
Que siga el azul algodonado,
que siga el Sol erigiendo el labio
Y la Luna..., a la Luna que le den por
saco.