Costantino

Bandera de vientos

Hoy se me antojó plantar bandera.

Dejar de ser una pura tela blanca.

Porque no me rindo ni bajo los brazos.


Mi bandera

estará hecha de muchos colores,

de todos,

y no sólo los del arco iris.


(Casi susurrando en mi oído

se exculpó por no tenerlos todos.

Me reveló no haber tenido jamás

el tono de una mirada,

ni mucho menos

los rubores de la piel.


Y yo le espeté, inmisericorde,

haber olvidado

la gama tonal de los sabores de tu mesa

y los aromas de tus sábanas).


Mi bandera habrá de tener

colores, sabores, aromas.


Y en este día

solemnemente

juro, alzando mis pupilas hacia las estrellas,

no izarla jamás para separarme de nadie

ni mucho menos protegerme

cuando una fronteras me desafíe.


Prometo dilatarla y soltarle amarras

toda vez que la nobleza de tu viento me la reclame

desenvuelta, desenfadada y libre

pero amarrada a mi pecho.

Y esto no lo negociaré contigo ni con nadie.


Y que sepas

cuando la brisa sople hasta ti

y te lleve mis colores,

mis sabores,

y mis aromas

que aquí te aguardo,

que nunca me marché