Verano Brisas

AY LUNA, LUNITA, LUNA

Ay Luna, Lunita, Luna, se te llegó la hora

de lo que siempre soñaron los humanos:

hallar agua en tu polvoso cuerpo

ya maltratado por la realidad.

 

Si fuiste desvirgada por el hombre

y violada sin decoro tantas veces,

necesario es prepararse para lo peor:

una cauda de amantes trogloditas

dispuestos a dejarte embarazada

dando a tu vientre numerosos hijos.

 

Saldrán de tus entrañas malandrines

de distintos tamaños y colores:

rubios de ojos zarcos,

artistas, astronautas y científicos,

potentados y turistas de chancleta

que poco a poco invadirán tu suelo

como plaga feroz y destructiva

que pagará tus servicios de anfitriona

con una o varias noches de pernada

entre tus frías y maltrechas sábanas.

 

Mil veces abusada por bribones

y detestables bucaneros cósmicos,

sentirás el deseo incontrolable

de lanzarte al vacío para siempre,

donde no puedan recortar tus alas.

 

Adiós Luna, regordeta Luna,

vente pronto, mi bien, porque mañana

será un tiempo demasiado tarde

para tomar decisiones acertadas,

sin que puedas decir que los poetas

no advertimos a tiempo tu desgracia.