Ricardo Domínguez

Funesta Flor

Muere la flor

         marchita entre mi tacto.

Funesta

         y convertida en gas

                   se disuelve entre las heridas.

Heridas grabadas sobre el recuerdo,

         transformadas en perfume

con esencia antañona.

 

Esencia de un ayer,

que solo se queda en eso

 En memoria,

en imagen,  

en pasado.

 

Ahora le escribo para decirle

  como quién alguna vez esbozó en el silencio un hola

la sosegada y aplastante emoción de un adiós,

con el fin de enterrarla en la fertilidad de la experiencia

en esa tierra sana

donde tal vez broten nuevas indulgencias,

esperanzas o virtudes.