Juan Senda

------ EL PULPO---

 EL PULPO

 +         El Pulpo, (Octopus vulgaris) Como todas las especies del mar cuando están en cautividad, su comportamiento es distinto al habitual de todos los días que sale a comer e   incluso cuando se le acercan los buceadores. Donde hay que verlo es desde la superficie del agua con un

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gran espejo de cristal con aumento observando como se porta con sus ciudadanos. Con su rapidez y astucia es capaz de hacer atrocidades en su mundo con los mansos peces. Para ello hay que conocer las puertas de sus casas donde se puede demostrar la variedad de conchas de  moluscos y de crustáceos que el arroja delante de ellas después de comerlos.

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         Las casas de los pulpos diría la mayoría de la gente que sólo las tiene situadas en las rocas. No es verdad. También construyen casas en fondos de arena en zonas mansas de algunas rías como también en los abrigos de la costa. Los tengo cogido en el limpio llano, de dos y de tres kilos con el arte llamado (Garabeta o Raña), como

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+también con el bou de arrastre y además, buenos ejemplares. En estas zonas, en  mi juventud cuando las mareas eran vivas y las aguas estaban claras, con un espejo simplemente de cristal, se podían ver con nitidez las mencionadas casas de cada pulpo.

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          En estos fondos no sólo comían moluscos y crustáceos sino también cualquier de los peces que pasaran cerca de sus lindes. Es un animal muy astuto y veloz  en corto espacio. Pues tanto le vale el lenguado, salmonete, sollo, solla, crego, o cualquier pez plano del fondo del mar. Pero mayormente se inclina por los moluscos y crustáceos.

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         Hay quien opina que el pulpo es miedoso: Discrepo de estas opiniones. El pulpo como todas las especies del mar, recuerda muy bien quien le puede comer de un solo trago. Por eso tiene la facultad de cambiar de rostro y hacer distintos simulacros cuando lo ve necesario y pasar inadvertido de cualquier de sus agresores. Cada especie sabe desde que nace quien le puede comer y matar y de quienes se puede librar y defender hasta el punto de que un sólo pulpo, puede asfixiar o

 

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ahogar a un pez de sesenta o setenta kilos.  Esto no es miedo, es el sentido de supervivencia igual que todo ser viviente, incluyendo al hombre. El pulpo no sólo estrangula con sus brazos y sus ventosas. En “Redes e Peixes Saberes dun Mariñeiro” de Xavier Rodríguez Vergara, “nos cuenta que el y su padre y dos hermanos, una mañana han presenciado como un

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pulpo asfixiaba a un (botiño) familia de los delfines.” El primero en verlo ha sido mi padre y luego nos fijamos nosotros como el botiño daba saltos desproporcionados. El pulpo iba tapándole el respiro que tienen estos mamíferos en la parte superior de la cabeza. Estuvimos mirando a ver que pasaba, pero al ver que el animal no volvía a dar saltos, nos venimos para tierra.

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         Pero el botiño después de unos dias apareció muerto varado en nuestra playa, y dije yo: “este es el pobre botiño que ahogó el pulpo en el medio de la ría de Cedeira, contra la costa del Coto de Pantín”.(monte que se halla al suroeste de la entrada de Cedeira).

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Por esto y por otras cosas, el pulpo a no ser devorado por cualquiera de sus agresores, sabe defenderse e ir a la parte más débil de su agresor hasta el extremo de estrangularlo y en este caso, asfixiarlo hasta morir. Muchos opinan que el pulpo no ataca; pues vamos a ver que pasó en la playa

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llamada “Miseñora” q ue está dentro de la ría de Cedeira.. Estábamos esperando la bajamar y el inicio del flujo de la marea para largar la rapeta. Yo estaba dentro de la barca en la bancada del medio y con la cabeza echada hacia fuera y el pecho encima de la tapa regala mirando para el fondo del mar.

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         Así de embelesado, mirando las figuras de las peñas y de las algas, vi la casa de un pulpo. La reconocí por tener delante de su puerta conchas de moluscos y de crustáceos. Cogí el truel (utensilio de envasar el pescado) y dentro de el le puse una sardina

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molida para que el pulpo pasara a comerla y yo raudamente cogerlo. Pasados unos segundos le vi asomar la punta de un brazo o radio para coger la sardina, pero al no entrar a comerla, salté de la barca con intención de

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cogerlo metiendo la mano en su cueva. Pero para meter el brazo en dicha cueva, tenía que meterme la cabeza en el mar y luego con el brazo llegar hasta la cueva del pulpo. Como era tan incómodo el poder cogerlo, me olvidé del pulpo quedando en el agua con los pies en la arena y las manos en la barca. Ni dos minutos pasaran cuando de repente y sorprendido siento la impresionante pegada y el

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aprisionamiento de los brazos y de las ventosas del pulpo sobre mi pierna derecha. Al momento de extender los ocho brazos por toda mi pierna, di un grito de muerte con tanto miedo y nervioso, que sin pensarlo, con las dos manos le arranqué la cabeza, luego quise despegar las ventosas de la pierna y no las daba despegado

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porque si tiraba mucho por ellas, me arrancaba la piel. Vino mi padre y un hermano y me ayudaron a quitar las ventosas despacio, pero a pesar de quitármelas despacito, me quedaron las marcas de las ventosas y toda la pierna ensangrentada y enrojecida por la absorción de las ventosas del “manso pulpo”. Este acto, no lo podemos registrar como defensa sino como un ataque a una de sus presas para comerla.

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Al pulpo le gustan mucho los colores pero el más favorito para el, es el blanco porque los tengo engañado poniendo dentro de una nasa en cima de una poca de masa de cemento un trozo de azulejo blanco y el pulpo desde su instinto creyendo que es comida, entra en la nasa para comerlo. Esto no lo hice yo solo, sino muchos más marineros. El pulpo guarda muchos secretos a los que hasta ahora el hombre nada sabía de ellos, pues gracias a los buceadores y cámaras

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marinas que pueden fotografiar o filmar todas las secuencias de estos pulpos y de cualquier otra criatura del mar. El pulpo desde que lo he conocido desde niño y jugado con el muchas veces entre las peñas cuando las grande bajamares que quedaban al descubierto debajo de las peñas y da las grietas. Tengo pensado muchas

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veces por lo que hacen que parece que tienen sentido o ordenación de sus hechos a la hora de guardarse o aparapetarse (escondido) como si fuere una criatura humana. Pero por otro lado, refiriéndose a esconderse en sus cuevas o guaridas, lo tengo cogido por el medio de las peñas y notar que en la entrada de su casa tener una piedra movediza tapándola y cuya piedra la ponen ellos para no ser

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vistos de sus agresores porque para decir la verdad, al pulpo le encanta  dormir a paparrandona (dormir a las anchas) para que nadie le moleste.

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          El pulpo cuando tiene hambre llega hasta arrancar mejillones de las peñas. Y cuando en las nasas huele el cebo, se mete por donde sea para comerlo. Muchos opinan que el pulpo está todo el día metido en su cueva, esto no es verdad. Sabemos que sale más de noche que de día, pero de día también sale a comer porque si yo los he cocido por la tarde desde la barca con el sedal de la Garabeta con su

 

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piedra, cebo y anzuelos, en zonas que ya hemos citado, nadie puede decir que están todo el día en sus cuevas y que sólo salen por la noche. Este molusco cefalópodo sólo le interesa aquello que es agradable a sus ojos: si le gusta la presa que está cerca de él, intentará por todos lo medios atraparla.

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          Y si ve que le es difícil alcanzarla, hace un alto en el camino poniéndose casi derecho con las puntas de los brazos de forma fantasmal y impresionante, para lanzarse igual que un proyectil hacia el objeto por el que le están cayendo los ojos por comerla. Es una criatura bastante independiente y parece que dentro de su comunidad no se conocen. Cada cual vive su vida y

 

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jamás se unen en grupos familiares. No hay manera de ver cuatro o cinco pulpos juntos bogando hacia una sola cueva. Es un animal serio y con un talante prepotente y desafiante. Tiene la facultad de hacer incontables simulacros para defenderse y para atacar e inclusive para sus agresores que en vez de ver a un pulpo ven una alga o los colores del fondo del mar según su zona. Siempre se siente

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extraño en todos los acontecimientos. Parece tímido y manso. Cuando está pegado a la costa sobre cualquier parte de las peñas o pedregales, le gusta dormir y calentarse cuando se esparcen los rayos del sol. Cuando se mete en la nasa, lo hace como todo el ser vivo, obligado por el hambre, ignorando las artimañas del hombre. Pero dentro de su mundo, este elemento toma ciertas medidas desproporcionadas, por lo cual podíamos decir que es uno de los grandes y presumibles colosos del mar.

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         Aquí en la ría, al pie de la piedra en las tres brazas de calado, en cuanto el cebo llega al fondo y posa en las mallas de la cuchara, lo hace en un rápido asalto, para apresar ese cebo o carnada con sus tentáculos. Con su tranquilidad y pachorra y con aires de poderoso y de fanfarrón, se pondrá a comer el cebo dentro de la red. Pero como todo animal siempre es sorprendido por las artimañas que arma el hombre queda cercado en la red El pulpo en Galicia desde sus primeros tiempos de pesca se

 

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capturaban con la Garabeta o Raña. Luego sobre el año 1970 se comenzó a pescarlo con nasa de madera y luego de hierro y desde aquí, ya se comercializó por toda España y extranjero. Las plataformas de nuestros mares estaban vírgenes. Pues desde siempre, quien comía el pulpo sobre el fondo del mar, era el rape y la llamada Juliana.

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 El plato más conocido que tenemos de este sabroso y popular molusco, es el pulpo a la feria y luego guisado con puerros, patatas y pimientos.